viernes, 28 de marzo de 2008

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Evidentemente, buscamos en esta vida llegar más allá de donde estamos.

Arrastrándonos por lograr alcanzar esa cima que vemos tan lejos, tan arriba, tan difícil de coronar...

Creemos que nuestro potencial es tal que nunca podremos conquistar esas tierras de ensueño que oteamos desde las laderas de nuestro presente;
buscando un nuevo amanecer, claro, límpido y brillante, con el sol acariciando nuestros rostros.

Queriendo ver esas noches en las que la luna susurra al alma y las estrellas ondean en la oscura bandera del cielo cual impasible estandarte de la libertad que tanto añoramos encontrar.

Estandarte que rompa los grilletes que nos encadenan al cruel presente del que osamos intentar huir y alejarnos para poder ser nosotros mismos, lejos de esa realidad que nos tiene presos, robándonos todos aquellos anhelos ocultos que marcamos como imposibles sin pararnos a analizar las causas que nos obligan a mostrarnos como una fortaleza inexpugnable para todo pensamiento, deseo y meta que queramos alcanzar.


¿Qué solución queda, aparte de sobreponernos a los golpes que, uno tras otro, nos atestan sin misericordia alguna para hundirnos en el fondo de nuestra miseria personal?

Aferrarnos a esas pequeñas ilusiones que, como tablas de salvación, nos ayudan a mantenernos a flote en el mar encrespado por la fuerte tormenta de nuestra vida.

martes, 18 de marzo de 2008

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Ser fuerte es intentar perdonar a alguien que no merece perdón.






Sonreir cuando se desea llorar.






Consolar cuando se necesita consuelo.






Tener fe cuando no se cree.






Es hacer feliz a alguien cuando se tiene el corazón hecho pedazos.






Amar cuando se quiere odiar.






Mantener firme la mirada cuando pesa el mundo sobre tu espalda.


















Hay que decir lo que se siente y hacer lo que se piensa.

Hay un recoveco en nuestro corazón en el que se encuentra

el calor necesario para lograr sufragar las noches

de pensamientos vanos y de soledad.

sábado, 15 de marzo de 2008

DesideratA





Camina plácidamente entre el ruido y las prisas, y recuerda la paz que puede haber en el silencio.

Siempre que sea posible, sin rendirte, llévate bien con todas las personas.

Di tu verdad claramente y con serenidad;
y escucha a los demás, incluso al torpe y al ignorante;
también tienen una historia que contar.

Evita a las personas ruidosas y agresivas;
son vejaciones para el espíritu.

Si te comparas con los demás, puedes volverte vanidoso o amargado, pues siempre habrá personas mejores o peores que tu.

Disfruta de tus logros tanto como de tus planes.

Conserva el interés en tu profesión, por humilde que ésta sea;
es una posesión real en los turbulentos cambios de la fortuna.

Sé precavido en los negocios, porque el mundo está lleno de astucias.

Pero que esto no ciegue tus ojos ante la virtud que existe;
muchas personas luchan por altos ideales, y en todas partes la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo.

Sobre todo, no finjas afecto.

Tampoco seas cínico en el amor;
porque, ante la aridez y el desencanto, es tan perenn como la hierba.

Acepta mansamente el consejo de la edad, y renuncia con elegancia a las cosas de la juventud.

Nutre la fortaleza de tu espíritu para que sea tu escudo ante la desgracia inesperada.

Pero no te turbes con negras fantasías.

Muchos miedos nacen del cansancio y la soledad.

Más allá de una sana disciplina, sé suave contigo mismo.

Eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas;
tienes derecho a existir.

Y tanto si lo ves claramente como si no, el universo evoluciona tal como debe.

Por lo tanto, vive en paz con Dios, no importa cómo Lo concibas.

Y sean los que sean tus afanes y aspiraciones, en la ruidosa confusión de la vida, vive en paz con tu alma.

Con todos sus fraudes, su rutina y sueños rotos, es un mundo hermoso.

Sé alegre.

Lucha por ser feliz.



[Max Ehrmann]

martes, 11 de marzo de 2008

Aullidos



Él. Contrito. Cerrado.
Alejado de la manada.
Sin dejarse cercar por normas,
por costumbres.
Siguiendo su propio destino.
Sin ataduras ni cadenas.
En libertad.
Sin necesitar nada más.


Ella. Joven. Perdida.
Buscando nuevos puntos de mira.
Anhelando nuevos horizontes,
nuevos lugares.
Deseando encontrar su propio camino.
Sin excesos ni defectos.
En armonia.
Sin saber que necesita.



Un día, en un punto del cielo
confluyeron ambos.
Se cruzaron las miradas y las ganas.
Curiosidad mutua por ese otro ser
que no pendía de un hilo,
que no dependía de nadie.


Decidieron entonces aullar al mismo ritmo.
Buscar juntos su destino.
Andar a la par su camino.
Crear una manada propia
sin normas ni desatinos.







Porque hasta el animal más salvaje puede apaciguarse si se sabe hacer la caricia correcta...